Sombras de un secuestro
Con doce voces y múltiples ideas comenzó la primera experiencia cinematográfica para los estudiantes de Comunicación Social del Núcleo Universitario “Rafael Rangel” de la Universidad de los Andes. Una travesía nada fácil, con dificultades semejantes a las que se le pueden presentar a directores de cine de gran trayectoria, salvando las distancias. Ponerse de acuerdo doce personas que plasmaban historias a la misma vez fue lo más difícil, elegir una idea en la que estuvieran todos de acuerdo fue una misión casi imposible.
Entre ideas locas y recatadas se fue formando una historia simple y original, una trama que salió de la boca de cada uno de nosotros y que incorporó elementos, por mínimos que fuesen, de todos. Resultó un híbrido: con un poco de misterio, suspenso, drama y locura. La historia va así, una joven víctima de un secuestro tendrá que vivir hechos inesperados en un espacio físico repugnante en el que sólo contará con sus vivencias, experiencias y conocimientos acumulados a través de su vida, que se verán entremezclados con la fantasía. Ahora ¡¿Cómo la recrearíamos en imágenes?!
Cuando digo que los problemas que se presentaron son semejantes a los de cualquier proyecto cinematográfico, lo sustento con los inconvenientes logísticos, técnicos y económicos que tuvimos que enfrentar. Organizar los escenarios, los actores, cámaras y adaptarnos en las funciones que cada uno tenía que asumir fue una tarea ardua. El trabajo de preproducción, que por falta de experiencia y organización, quedó inconcluso acarreando consecuencias el día de la grabación del cortometraje.
Sin dar vuelta atrás, un sábado “bien temprano” comenzamos a filmar. Que los doce estudiantes estuviéramos todos reunidos, con los actores, cámara y utilería alcanzó la hora del almuerzo y con el imprevisto de que no teníamos el escenario para grabar las primeras escenas. Un obstáculo que gracias a nuestra querida profesora de Metodología de la Investigación fue resuelto.
Eso no fue todo, el cuarto oscuro y con olor a humedad que nos imaginábamos que estaría la secuestrada no existía. Con la ayuda irreemplazable de un compañero de carrera contamos con una casa para grabar. Llegar al sitio de grabación tardaba unos treinta minutos, montados en la parte trasera de un jeep subimos unas de las montañas trujillanas, los movimientos en curva que hacía el vehículo provocó nauseas y mareos en algunos compañeros.
Cada quien se fue ajustando a una tarea específica y otros no, el director, su asistente, el camarógrafo, la guionista y los actores fueron claves para que el cortometraje saliera a flote con todo éxito. En un día todo estuvo grabado, unas tomas mejores que otras pero que resaltaban un trabajando que realizamos en equipo y disfrutado cien por ciento. ¿El trabajo terminado? No.
La edición fue bastante frustrante, las escenas fuera de foco, con poca luz, oscuras totalmente, mal sonido no fueron inconvenientes para que nuestro amigo Juan realizara un trabajo de edición aplaudible logrando exhibir un proyecto cinéfilo aceptable y todos estuvimos orgullosos por el resultado. Un trabajo que nos enseño lo que no se debe hacer y lo que se debe mejorar, servirá de ejemplo y experiencia para los que dedicarán su carrera al séptimo arte. Un resultado que gustó a unos y a otros no pero que refleja nuestra responsabilidad por sacar algo único e interesante.
Mariangela, Viviana, María Concepción, Onelsy, María Liliana, José A, Diego, Brigitt, Rosmary, Isabel, Orlando y Euped. Grupo de estudiantes de Comunicación Social que estando en tercer año de la carrera realizaron un cortometraje para la Cátedra Audiovisual.
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