domingo, 7 de noviembre de 2010

Entrevista a la reconocida artista popular trujillana Rafaela Baroni (I PARTE)

La mujer detrás del espectáculo



 
Detrás de la artista que todos voltean a mirar, que llama la atención con sus actuaciones, que está dispuesta a entretener, que baila con peculiaridad, que declama dramáticos poemas, que exhibe esculturas magníficas, que imagina un mundo mejor y lo retrata, que se relaciona de forma extraña con la muerte, que está dispuesta a repartir amor;  hay una mujer. ¿Qué es lo que define a una mujer? El espíritu trabajador, su fortaleza, su sensibilidad, su preocupación, caridad, dedicación, incondicionalidad… Características que muchas tienen pero este espacio está dedicado a Rafaela Baroni.


 Al entrar a su proyecto en construcción más preciado “El paraíso de Aleafar” para hacerle la entrevista lo primero que te expresa Rafaela Baroni al saludarla es “toquen unas manos trabajadoras”. Y continúa diciendo “soy vieja con corazón de 15”. Rafaela Baroni con 75 años emprendió la difícil labor de recrear el paraíso que vio en sueños, lleno de árboles, rodeado de ángeles y arcángeles que entonaban  música celestial. La situación económica es difícil pero trata de adelantar algo todos los días. Con la intención de que “ los que pasen sientan una paz espiritual”.

La artista popular nació  en Villa Mercedes de la Mesa de Esnujaque el 01 de noviembre de 1935. Lleva el pelo largo, es delgada, siempre viste con colores alegres; tiene una mirada intensa, sus gestos y expresiones no pueden pasar desapercibidos. Contando su historia nos traslada a otro mundo, lleno de fantasías y magia que te pone a pensar  sobre lo verdadero y lo falso.
 
Su vida estuvo marcada por el deber familiar. Desde muy pequeña actuó como una madre para su hermano. “A Tadeo, mi hermano, lo crié yo”, dice Rafaela orgullosa. Trabajó en la administración de correo. Le hizo arepas al Primer Comando de la Guardia Nacional en Jajó. Se considera graduada en enfermería, según ella realizó trabajos que ni siquiera una enfermera con título ha hecho. Sólo en seis días aprendió lo necesario para cuidar a un desvalido. Siendo una adolescente trabajó de partera, para Baroni era un oficio que hacía con mucha presteza. Con apenas 13 años trajo numerosos niños al mundo.

Baroni toda su vida ha estado  rodeada de sufrimiento, enfermedades, amor al prójimo, muertes, devoción, pasión y mucha imaginación; en aquellos momentos no tan felices “canto para no llorar” dice.

El comienzo de la fábula
Su vocación artística viene desde muy niña, con apenas cinco años cantaba y trabajaba con tallas de anime. Se destacó en su comunidad, cantaba, recitaba, pero por ello sufrió el rechazo de muchos; la catalogaron de loca.
A los 46 años talló la Virgen del Espejo, en agradecimiento por curar su ceguera. Relata que en sus sueños se le apareció la virgen y le habló, Baroni le preguntó: “Niña linda ¿quién es usted?”  La visión respondió: “Soy la Virgen del Espejo que viene a curarte”. Con  esta talla de 25 cm se dio a conocer. Es su obra más preciada. Recibió una recompensa económica por primera vez  con la talla de San Sebastián.
 Como todo artista Rafaela Baroni, se preocupa por las personas que verán sus obras, ella tiene un modo “si me gusta a mí, seguro a los demás también”.

A la artista venezolana la conocen porque se muere y resucita, cura a los enfermos, se casa de mentiras, levita, lee el futuro de las personas en las cédulas de identificación y todos los viernes santos realiza el ritual de la muerte. Rafaela Baroni se autorretrata en sus obras “su creación es su propia vida”, dice Leoncio Barrios, psicólogo social, profesor de la escuela de Comunicación Social de la UCV, investigador sobre Baroni para plasmar en un guión la vida y obra de la artista venezolana.

Relación con la muerte

Rafaela Baroni con sus dos ataques de catalepsia fue velada dos veces y es de esperarse su relación intima con la muerte. A los 11 años tuvo su primer episodio, como ella dice “estuve muerta y Dios luego me regresó a la vida”. Ese momento marcó su vida, se dedicó a preparar a los muertos, arreglaba aquellos cuerpos que nadie podía ni se atrevía a preparar, Baroni los arreglaba y ponía en su urna para que “suba tranquilo”.
En su segunda muerte ella asegura haber visto una especie de paraíso y que trata de retratar en “El paraíso de Aleafar”.

También siente una empatía con los moribundos. La llamaban insistentemente y Rafaela servía de consuelo, les concedía sus últimos deseos. “Cuando alguien se está muriendo hay que darle lo que pide”, dice Baroni.
Quiere ser enterrada en su casa, aunque predice que morirá de vieja ya tiene todo preparado. Construyó hace 30 años una urna y cerca de 20 años atrás elaboró su vestido azul. Quiere ser enterrada en el “El Paraiso de Aleafar”, allí tiene dispuesta una capilla.
Baroni dice que  “Si me regresaron a la vida es para velar por la humanidad”. Cuidar  a los seres humanos es su proyecto de vida, considera que para esa gran labor fue resucitada.