Describir e interpretar una obra de arte es realmente difícil, más aún si contamos con unos pocos conocimientos de historia, estética y semiótica del arte. Nos preguntamos ¿Qué hay en la pintura? ¿En el fondo? ¿En el primer plano? ¿Qué hacen las personas? ¿Cómo van vestidas? ¿Cómo son los colores? ¿Qué está pasando en la pintura? ¿Qué quiso el artista mostrar o enseñar? Nos atormentamos con interrogantes que nos desvían y alejan del sentimiento, la música, el trasfondo de la pintura o la escultura que observamos.
En la cátedra Historia social del arte y la literatura estuvimos observando pinturas y esculturas de distintos artistas y en pocos minutos hacer una descripción técnica de la obra. Fue una actividad bastante divertida y a la vez demostrativa de que no es un trabajo fácil. El poeta, pintor y humorista merideño, GonzaloFragui exhibe en la Bienal Salvador Valero unos de sus cuadros al que intentaré hacerle una descripción e interpretación.
Es una pintura original con formato cuadrado que se desarrolla en posición horizontal. En el ángulo inferior derecho la firma del pintor y un terreno marrón con incipientes indicios de grama. Tiene tres elementos principales: una bicicleta roja y grande del lado izquierdo; en el centro un niño de pie con las manos unidas, suéter de colores, pantalón negro, sus piernas están posicionadas de perfil; en el lado derecho una puerta con marco negro y cerrada. En el fondo se puede ver una franja con tonos azules degradados que dan la impresión de una catarata con abundante agua. La obra está titulada como “Al fin tuve mi bicicleta”
Gonzalo Fragui siente un amor especial por el ciclismo desde que era niño. En sus relatos siempre encuentras historias relacionadas con bicicletas, carreras y juegos de niños. Él escribe sobre la historia del cuadro que:
En una exposición de pintores en homenaje a Reverón, yo, sin ser pintor, mostré un cuadrito que había titulado: "Al fin tuve mi bicicleta". Cuando era niño había tenido varios triciclos pero nunca una bicicleta. Muchos niños que fueron a la exposición se quedaban un rato ante el cuadro y les hacía gracia. Uno de ellos, el más pequeño, Don Trino Borges, fue muchas veces a "montarse en la bicicleta de Gonzalo". "Es que después de ver una bicicleta uno ya no es el mismo", comentaba, entre otras cosas porque él tampoco había podido tener una bicicleta cuando niño. Unos días antes de cerrar la exposición un señor vino a comprarme el cuadro. Yo le dije que no se lo podía vender. Había esperado cuarenta años para tener mi bicicleta, no se la iba a vender ahora.
Debo admitir que no conocía nada de Fragui, mi primer contacto con sus obras fue al ver la pintura “Al fin tuve mi bicicleta”. Ha sido un descubrimiento muy gratos, es un artista muy completo y me han fascinado sus escritos; son muy auténticos, bien escritos y con mucha creatividad. Como dice Carlos Yusti:
Asume la escritura como un pacto con la belleza y con ese lado amable de la vida. El trabajo poético de Fragui es un pasar en limpio la vida cotidiana, es como un cedazo que va filtrando el grueso cúmulo de la existencia hasta quedarse con esas finas filigranas con las cuales escribe un verso, construye todo un universo poético. Hay un trabajo sanguíneo con las palabras, una dedicación laboriosa con el lenguaje para traducir, con genuina equidad, aquello que percibe a diario.