martes, 14 de septiembre de 2010

Al fin tuve mi bicicleta

Describir e interpretar una obra de arte es realmente difícil, más aún si contamos con unos pocos conocimientos de historia, estética y semiótica del arte. Nos preguntamos ¿Qué hay en la pintura? ¿En el fondo? ¿En el primer plano? ¿Qué hacen las personas?  ¿Cómo van vestidas? ¿Cómo son los colores? ¿Qué está pasando en la pintura? ¿Qué quiso el artista mostrar o enseñar? Nos atormentamos con interrogantes que nos desvían y alejan del sentimiento, la música, el trasfondo de la pintura o la escultura que observamos.

En la cátedra Historia social del arte y la literatura estuvimos observando pinturas y esculturas de distintos artistas y en pocos minutos hacer una descripción técnica de la obra. Fue una actividad bastante divertida y a la vez demostrativa de que no es un trabajo fácil. El poeta, pintor y humorista merideño, GonzaloFragui exhibe en la Bienal Salvador Valero unos de sus cuadros al que intentaré hacerle  una descripción e interpretación.

Es una pintura original con formato cuadrado que se desarrolla en posición horizontal. En el ángulo inferior derecho la firma del pintor y un terreno marrón con incipientes indicios de grama. Tiene tres elementos principales: una bicicleta roja y grande del lado izquierdo; en el centro un niño de pie con las manos unidas, suéter de colores, pantalón negro, sus piernas están posicionadas de perfil; en el lado derecho una puerta con marco negro y cerrada. En el fondo se puede ver una franja con tonos azules degradados que dan la impresión de una catarata con abundante agua. La obra está titulada como Al fin tuve mi bicicleta”

Gonzalo Fragui siente un amor especial por el ciclismo desde que era niño. En sus relatos siempre encuentras historias relacionadas con bicicletas, carreras y juegos de niños. Él escribe sobre la historia del cuadro que:

En una exposición de pintores en homenaje a Reverón, yo, sin ser pintor, mostré un cuadrito que había titulado: "Al fin tuve mi bicicleta". Cuando era niño había tenido varios triciclos pero nunca una bicicleta. Muchos niños que fueron a la exposición se quedaban un rato ante el cuadro y les hacía gracia. Uno de ellos, el más pequeño, Don Trino Borges, fue muchas veces a "montarse en la bicicleta de Gonzalo". "Es que después de ver una bicicleta uno ya no es el mismo", comentaba, entre otras cosas porque él tampoco había podido tener una bicicleta cuando niño. Unos días antes de cerrar la exposición un señor vino a comprarme el cuadro. Yo le dije que no se lo podía vender. Había esperado cuarenta años para tener mi bicicleta, no se la iba a vender ahora.

Debo admitir que no conocía nada de Fragui, mi primer contacto con sus obras fue al ver la pintura Al fin tuve mi bicicleta”. Ha sido un descubrimiento muy gratos, es un artista muy completo y me han fascinado sus escritos; son muy auténticos, bien escritos y con mucha creatividad. Como dice Carlos Yusti:
 
Asume la escritura como un pacto con la belleza y con ese lado amable de la vida. El trabajo poético de Fragui es un pasar en limpio la vida cotidiana, es como un cedazo que va filtrando el grueso cúmulo de la existencia hasta quedarse con esas finas filigranas con las cuales escribe un verso, construye todo un universo poético. Hay un trabajo sanguíneo con las palabras, una dedicación laboriosa con el lenguaje para traducir, con genuina equidad, aquello que percibe a diario.

viernes, 10 de septiembre de 2010

Un bohemio en París

Sólo por nombrar algunos de los artistas que lograron el reconocimiento del mundo pero que sus vidas estuvieron llenas de dolor, sufrimiento e infelicidad. Armando Reverón, pintor y artista plástico venezolano, se muda y comienza a construir el castillete en Macuto, Estado Vargas, que le serviría de morada para el resto de su vida, allí  sufre una crisis psicótica que obligó a su reclusión en un sanatorio y una vez recuperado no volvió a pintar como antes.

El celebérrimo Vincent van Gogh fue un hombre solitario que sufría crisis mentales y estuvo internado, por petición del artista, en hospitales psiquiátricos por el temor de  perder su capacidad de trabajar. Las nombradas etapas de vida de Armando Reverón y Vincent van Gogh fueron claves para que desarrollaran estilos y resultaran   pinturas/esculturas más intrépidas y visionarias de su carrera.


En la película Los Amantes de Montparnasse (1958) retrata la vida del pintor Amedeo Modigliani, sus últimos meses de vida que transcurrieron entre el alcohol, la pobreza, la enfermedad y las mujeres. Ambientada en un barrio bohemio de París, Montparnasse. Grupos de artistas residían allí buscando ser reconocidos, Modigliani era uno de ellos, un pintor no comprendido, un arte distinto que sólo alcanzaría la fama después de su muerte.

Filmaffinity describe la película como “Magnífica película que retrata los últimos meses de vida del pintor Amadeo Modigliani… no retrata sólo la vida de un pintor, sino ante todo el final de una época, la del Paris de la bohemia, aquella época en la que el arte tenía aún algo que decir, estaba vivo, era vida en sí mismo”.

Al igual que Reverón  y Van Gohg,  Amedeo fue un gran hombre frustrado, un artista triste, un amante tormentoso. Sus obras fueron rechazadas, burladas, tiradas a la basura; aprovechadas por una persona ambiciosa que después de la muerte de Modigliani, supo ganar una fortuna por sus pinturas. Una película imperdible y que todo amante del arte y sus fracasos no pude dejar de ver. 

P.D: Gérard Philipe, el actor que encarna a Modigliani, murió a los 36 años de cáncer de hígado. Ya era reconocido como uno de los mayores actores del cine y el teatro franceses.